Delio Antonio Torres Fernández
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Matrimonio
En la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, en el Libro de Matrimonios, Folio 186, Número 368, se encuentra la siguiente Partida:
"En la fracción de Porcecito, Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, a 15 de septiembre de 1935, después de cumplir todas las prescripciones canónicas previas para el sacramento del matrimonio, yo, el infrascrito párroco, presencié el matrimonio de que in facie Ecclesia contrajo Delio Antonio Torres Fernández, soltero e hijo legítimo de Neftalí Torres y Filomena Fernández, con María del Rosario Parra Vélez, soltera e hija legítima de Carlos Enrique Parra y Dolores Vélez, vecinos él de San Pablo y ella de esta parroquia. Recibieron las bendiciones nupciales. Fueron testigos del matrimonio Manuel Campero y Carlos Arango. Doy fe, Antonio J. Gómez, Cura. Es fiel copia, 23 de noviembre de 1978"
Hijos
Los hijos de este matrimonio son:
- Blanca Otilia Torres Parra
- Jairo Javier Torres Parra
- José Neftalí Torres Parra
- Javer Ovidio Torres Parra
- Lilia Amanda Torres Parra
- Marta Inés Torres Parra
- Jorge Albeiro Torres Parra
- Carlos Javier Torres Parra
- Rosa Edilma Torres Parra
- María Romelia Torres Parra
Personalidad
En el recuerdo de sus hijos Delio Antonio era un hombre bastante humilde en la manera de ser, el vestir y el actuar. De un corazón caritativo no podía dejar que nadie llegara a su casa sin ofrecerle amistad y acogida, a veces con el sacrificio de su propia estabilidad. Con mayor razón si sabía que la persona que llegaba tenía algún parentezco, por lejano que fuera. Otra característica de Delio era su locuazidad. De ello habla su hija, Lilia Amanda Torres Parra, quien dice "cuando mi papá comenzaba a hablar, había que cortarle la conversación con tijeras...". Además dice Lilia que su padre trataba con mucha delicadeza y mustras de mucho aprecio a sus hijas a las que nunca llegó a castigas con rejo como era la usanza pasada para la crianza de los niños, en cambio era más drástico con los hijos varones. Otro punto era su alto grado de sensibilidad. Durante las fiestas de año nuevo, elaboraba un muñeco, el "año viejo", el cual era quemado por el pueblo después de que la viuda leía entre llantos el testamento del año viejo. La viudad era obviamente él y el testamento recordaba anécdotas del año y se mencionaban personajes del pueblo. Después de su muerte, esta tradición paisa fue continuada por su hijo, Carlos Javier Torres Parra y desaparecería con la muerte de este último.