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orar a Dios

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"La Oración" Nuestro tema es la oración cristiana. No simplemente oración, sino oración cristiana. En Lucas once, leemos, "Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando acabó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos." Es nuestra petición que aprendamos a orar efectivamente; y que aprendamos esto de las enseñanzas de Jesucristo mismo y de las Sagradas Escrituras.

Cuando hablamos de oración, no estamos hablando de orar a cosas creadas. Esto es lo que la mayoría de la gente en el mundo hace. Si usted viaja a cualquier parte del mundo, se dará cuenta que la gente ora. Todos adoran, pero casi todas estas gentes adoran a criaturas. Oran al sol, oran a la luna, oran a los árboles, oran al viento, oran a los santos. Este tipo de oración, de acuerdo con la Biblia, es idolatría. La oración cristiana es pronunciada por personas verdaderamente cristianas, quienes han sido nacidas de Dios, y a las cuales no solo se les ha perdonado sus pecados, sino que además se les ha otorgado naturaleza divina. Estos son verdaderos cristianos, en quienes el Espíritu Santo habita. Para los cristianos, la oración debe ser tan natural como el llorar y respirar de un bebé recién nacido. A continuación, consideremos algunos puntos acerca de la verdadera oración cristiana.

Oración es conversación con el Dios infinito, personal, y triuno. Oración es comunión con este Dios, comunión para la cual fuimos creados. Hemos sido creados para vivir una vida en relación y comunión con el único Dios verdadero y vivo, quien existe en tres personas. Y esto quiere decir que no podemos orar y dormir al mismo tiempo. Normalmente oración es lenguaje, articulación, conversación. Aunque me gustaría poder orar mientras estoy durmiendo, parece que esto no resulta. Entonces, bíblicamente h

ablando, la oración es una conversación con la personalidad infinita, con el Dios de las Sagradas Escrituras, el Dios que creó y que reina el universo.

Dios hace su voluntad a través de nuestra oración. Hay personas que preguntan: " Por qué debemos orar si sabemos que Dios a preordinado todas las cosas? Todo lo que ocurre, ocurre porque Dios lo ha decretado. Por lo tanto, cuál es la diferencia entre orar a Dios y no hacerlo?" Esa es una pregunta tonta, y la respuesta está en que el mismo Dios que preordinó todas las cosas, preordinó también el medio por el cual sus propósitos han de ser efectuados. Qué quiere decir esto? Por ejemplo, aunque es Dios quien salva a los pecadores, El también ha decretado el medio por cual los pecadores pueden ser salvos, y eso es a través de seres humanos predicando el evangelio de Jesucristo. Así que si alguien pregunta, " Por qué debo testificar?" " Por qué debo predicar el evangelio?" Podemos contestar: "Dios es magnífico, y Dios es grande, y Dios es absolutamente soberano. El ha preordinado todas las cosas y El va a salvar a todas las personas a quienes ha predestinado para la salvación". Dios va a salvar a todas las personas, pero los va a salvar a través de los medios que el mismo a preordinado. Del mismo modo, Dios hace efectivos sus decretos por medio de oraciones que nosotros oramos y que han sido preordinadas por El. Es por esto que la oración es extremadamente importante. Es por medio de nuestra oración que la voluntad de Dios es hecha.
Debemos orar de acuerdo con la voluntad expresa de Dios, tal como nos es revelada a través de un solo medio, en el libro que Dios nos ha dado, en el Nuevo y en el Antiguo Testamento. La voluntad de Dios está revelada en la Biblia. Si la voluntad de Dios puede ser comparada a un círculo, entonces todas nuestras oraciones tienen que estar adentro de este círculo, o sea, de acuerdo con la expresa voluntad de Dios. Usted no puede orar afuera del círculo de revelación divina. Por ejemplo, suponga que yo no amo a mi esposa, y aunque hemos estado casados por muchos años, ahora quiero tener otra mujer. Esta no es una oración que puedo orar: "O Dios, por favor encuéntrame otra mujer. Ya han sido treinta y cinco años." Por qué? Tal oración está afuera de la voluntad expresa de Dios. Toda oración debe acordar con la voluntad de Dios, tal como aparece revelada en las Sagradas Escrituras.
En Juan, capítulo quince, versículo siete leemos: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis, y os será hecho." Se dan cuenta entonces que la oración debe estar de acuerdo con la voluntad de Dios que nos ha sido revelada. En la Primera de Juan, capítulo cinco, versículo catorce, San Juan dice esto: "Y ésta es la confianza que tenemos en El, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, El nos oye." Entonces la oración es toda cosa que ustedes quieran, pero siempre dentro de una esfera que es "conforme a su voluntad", a la palabra de Dios. Juan continúa, "Y si sabemos que El nos oye, cualquier cosa que pidamos" donde "cualquier cosa" está limitada por la palabra de Dios "sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho." Este es un gran versículo que nos proporciona una gran seguridad, que si oramos de acuerdo con las promesas de Dios mismo, El va a cumplir con lo que ha prometido. Lean en Segundo Samuel, capítulo siete, versículos veinticinco y veintiséis, donde David ora de este modo: " O Dios, ejecuta lo que has prometido." Esta también es una muy buena ilustración de oración correcta, oración acuerdo con la voluntad de Dios.
Por qué es la oración tan importante? La oración es tan importante, primero, porque Dios nos ha mandado que oremos. Es por medio de nuestra oración que Dios provee cuando necesitamos. La oración es el método de gracia por el cual se nos proporciona lo que necesitamos.

Segundo, hay un Diablo que se opone a todo cristiano. En la Primera de Pedro, capítulo cinco, comenzando con el versículo ocho, San Pedro nos dice, "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el Diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar, al cual resistid firmes en la fe." Así es que otra razón por la cual hay que orar, es que hay un Diablo que constantemente está tratando de derrotarnos y devorarnos. Con seguridad esto no ocurrirá, ya que Dios nos ama y está con nosotros. La gente de Dios orará y recibirá poder divino e iluminación para resistir al Diablo por medio de la sangre de Jesucristo. Tercero, Jesucristo mismo, Dios encarnado, el hijo de Dios, siempre oraba. Normalmente Jesús se levantaba muy temprano por la mañana, iba a una parte solitaria y oraba. Lo vemos orando a través de toda su vida. Lo vemos orando en el Jardín de Getsemaní. Lo vemos orando en la cruz cuando estaba muriendo. Por lo tanto, para Jesús la oración era normal, como respirar. El tenía una constante comunión con su Padre Celestial. Cuarto, los apóstoles oraron y nos enseñaron a orar. Especialmente cuando leemos el libro de Hechos, encontramos a los apóstoles orando continuamente. En Hechos, capítulo seis, versículo cuatro Pedro dice, "Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra." Los apóstoles fueron bien instruidos por nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Dios no oye las oraciones de paganos, de pecadores; ningún pecador puede acercarse al trono de Dios y orarle a El. Las únicas personas que verdaderamente pueden orar son las personas que han sido nacidas de nuevo por el Espíritu Santo, a quienes se les ha dado naturaleza divina, a quienes se les ha removido para siempre sus pecados. Estas son las personas a las cuales les será permitido acercarse con confianza al trono de gracia para comulgar con Dios, y Dios les oirá sus oraciones.

Ahora, ya hemos mencionado que mucha gente ora. Qué podemos concluir, entonces, de toda esta piedad expresada por gentes de todo el mundo? Que ellos no están orando al verdadero Dios, al Dios infinito y personal quien creó y gobierna el universo. Ellos no le oran a El Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La oración es muy, muy difícil. Es un ejercicio muy difícil. Podemos venir a la iglesia fácilmente. Podemos leer la Biblia fácilmente. Podemos escuchar sermones fácilmente. Podemos hacer muchas, muchas cosas con mayor facilidad que acudir a Dios y orar. Por qué? Porque somos pecadores, y porque hay un demonio que nos opone. El Diablo odia cuando nos arrodillamos y oramos, sin quedarnos dormidos, a El Dios todopoderoso. La verdad es que los cristianos, particularmente en los países mas económicamente avanzados del mundo, no oran mucho porque aparentemente no tienen muchas necesidades. Sus necesidades son superficiales, cubiertas con prosperidad económica, aunque tengan necesidades espirituales muy serias. Piensan que todo está bien, y por eso no necesitan orar. Prefieren leer el periódico. Prefieren ver televisión lealmente. La televisión es para ellos como una droga; si no la ingieren, además de disgustarse manifiestan síntomas de adicción. La gente cristiana ocupa su tiempo en muchas actividades, excepto en oración. Reconozcamos que la oración es extremadamente difícil. Cuando oramos, nosotros sabemos que lo hacemos porque el Espíritu Santo ha generado adentro de nosotros un gran deseo de orar. Cuando oramos, Dios produce y hace nacer en nosotros el deseo urgente de comunicarnos con Dios, y de permanecer con El.
La oración es normalmente dirigida a Dios Padre. Puede también ser dirigida a Dios Hijo, o a Dios Espíritu Santo, pero normalmente la oración es dirigida a Dios Padre. En Mateo, capítulo 6, versículo nueve, Jesucristo nos dice en la oración que El mismo nos enseñó: "Vosotros, pues oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos". De manera que la oración debe ser dirigida a Dios Padre, quien es la primera persona de la Sagrada Trinidad.

Ahora, Dios Padre es su padre, y a El le gusta mucho oír sus oraciones. A El le gusta mucho verlo, o verla. No debemos pensar que Dios Padre es severo y transcendente y que está lejos de nosotros. Cómo podemos entonces, siendo pecadores, acercarnos de alguna manera a Dios Padre? Lo hacemos por medio de Jesucristo. La verdad es que Dios Padre nos amó desde toda eternidad y que fue El quien planeó nuestra salvación. El planeó nuestro acceso a su persona por medio de Jesucristo. Es por esto que usted necesita entender que Dios padre nos ama muy tiernamente, como un padre ama a sus propios hijos. Debemos entender que a El le place que vengamos a orarle. Dios está mas dispuesto a contestar nuestras oraciones que nosotros a orar. Así es que tenga esto en mente, especialmente al acercarse a Dios Padre en oración.

La oración es ofrecida a Dios Padre por medio de Jesucristo. Leamos Hebreos, capítulo diez : "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne." Es con base en la expiación de Cristo por nosotros que podemos acercarnos a la presencia de Dios Padre. Este acceso a Dios Padre se nos otorga por medio de Jesucristo, por medio de su intervención, por medio su sangre, la cual derramó en nombre de nosotros. En el versículo veintidós, leemos: "acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura." Esto significa que debemos dirigirnos a Dios por medio de la obra de Jesucristo, por medio de su sangre. Jesucristo dijo, "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie vendrá al Padre excepto por medio de mí." Es, entonces, a través de Jesucristo, que venimos al Padre.

También se nos ha dicho que oremos en el nombre de Jesucristo, lo cual quiere decir por medio de Su autoridad, basándonos en Su intervención por nosotros. No venimos al Padre basándonos en nuestra propia justicia. Venimos al Padre basándonos en la obra redentora de Jesucristo, por medio de la cual se nos ha adjudicado Su justicia. De manera que ahora podemos acercarnos a Dios Padre, y Dios Padre nos acepta porque venimos a El por medio de Jesucristo.Creer en Dios y siempre tener fe nunca perder la fe el es el uni


porque le rezamos a Dios

¿Por qué hay que rezar si Dios ya sabe lo que necesitamos?

Rezar y orar son términos utilizados para una misma cosa: son los verbos que se usan para significar que le decimos algo a Dios ... o más bien, que le “pedimos” algo a Dios. Si consideramos que orar y rezar significan solamente pedirle algo a Dios, realmente sería correcto pensar que no vale la pena decirle a Dios algo que ya El conoce y que nos lo va a dar si lo necesitamos.

En efecto, Dios -que todo lo sabe y todo lo puede- nos da a cada uno lo que cada uno necesita, sin necesidad de pedírselo. Pero resulta ser que “orar” y “rezar” es mucho -muchísimo más- que pedirle cosas a Dios. Lo que sucede es que hemos reducido la oración a la acción de pedir y pedir. Y nuestra oración parece más bien un pliego de peticiones y una lista de mercado, que una verdadera conversación o diálogo con Dios.

Orar no es nada más que pedir: es también alabar a Dios, darle gracias a Dios, pedirle perdón a Dios, etc., etc. La oración, además, no es un monólogo o discurso, sino un diálogo o conversación.

¿Qué pensaríamos de una conversación entre personas, en la que una de ellas sólo pidiera y pidiera, sin hablar sobre más nada ... y ¡para colmo! sin dejar que la otra persona hablara? Inconcebible ¿verdad? Pero si pensamos bien... ¿no se parece nuestra oración a eso que consideramos inadmisible para conversar entre personas?

La pedidera al orar es la forma más inferior de oración que podamos hacer. Y Dios la acepta y la recibe. El escucha todo, todo lo que le digamos.

Pero mucho le gusta al Señor que le hablemos de otras cosas: de lo mucho que lo amamos, de las gracias que queremos darle por tantas cosas que sabemos nos vienen de El; también le gusta mucho oír nuestra solicitud de perdón cuando le hemos ofendido, así como nuestra alabanza cuando queremos decirle cuán bueno es y cuán grande su poder. Le gusta mucho al Señor que lo reconozcamos como nuestro Padre; de allí que la oración que le dice a Dios que confiamos en El, que nos ponemos en sus manos, que nos entregamos a su Voluntad, sea de gran agrado para El. A Dios también le gusta que nuestra oración no sea egoísta y egocéntrica: sólo sobre nosotros mismos, sino que le hablemos de los demás, de sus necesidades, de las necesidades del mundo.

Pero Dios prefiere que no le pidamos y también prefiere que no le hablemos demasiado... sino que también lo escuchemos a El. En efecto, he aquí lo que nos dice Jesús: “Al orar no multipliquen las palabras, pensando que por mucho hablar serán atendidos. Ustedes no recen de ese modo, porque, antes que pidan, el Padre sabe lo que necesitan” (Mt. 6, 7-8).

Entonces, sí hay que rezar, sí hay que orar. Pero no sólo para pedir y pedir, sino para tener una verdadera conversación con el Señor, en la que le hablamos, pero en la que también lo dejamos a El hablar. Y el Señor habla. El habla en el silencio, aunque no lo escuchemos con nuestros oídos, sino con el corazón.

Por eso se oye hablar de la oración de silencio o de recogimiento u oración de contemplación, en que más bien escuchamos a Dios, sin hablar nosotros. Como María, la hermana de Lázaro, que se sentaba a los pies de Jesús para oírlo hablar. Como la Santísima Virgen que “guardaba las cosas en su corazón” (Lc. 2, 51).

También podemos orar meditando, como, por ejemplo cuando leemos un trozo de la Biblia y pensamos en lo que el Señor nos quiere decir con su Palabra.

También podemos orar con oraciones que conocemos de memoria, como el Padre Nuestro que Jesús nos enseñó y el Ave María que contiene palabras de la Sagrada Escritura de alabanza a la Virgen. Podemos orar con el Rosario, oración privilegiada de la Iglesia que la Virgen nos pide para poder estar protegidos dentro de su Inmaculado Corazón. El Rosario es oración indispensable siempre, pero más que nunca en momentos de confusión y dificultades como las que estamos viviendo hoy.

Hay algunos que tienen la gracia de poder orar en lenguas, que es aquella oración en que no sabiendo nosotros orar como conviene, "el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables" (Rom.8,26). Es el Espíritu Santo orando en nosotros sin saber nosotros qué decimos.

Según Santa Teresa de Jesús, existen tres tipos de oración: la Oración de Contemplación, la Oración de Meditación y la Oración Vocal. Y en la oración vocal, podemos tener varios temas de conversación con Dios: petición, intercesión, arrepentimiento, reparación, acción de gracias, adoración y alabanza, entrega y abandono, oración en lenguas.

Hay, entonces, muchas formas de orar para tener reducida nuestra oración a una simple lista de peticiones. Si sólo fuéramos a orar para pedir, realmente no haría falta orar. Pero la oración es mucho más que pedir y sí hace falta orar ... y orar mucho. Dios así lo desea.


nino jesus

Novena De La Natividad - Niño Jesús


En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo


Rezar a continuación las siguientes oraciones durante nueve días consecutivos:


I. Ofrecimiento: Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi salvación y la de todo el mundo, el misterio del Nacimiento de nuestro divino Redentor.


(Rezar un Gloria)

(Rezar un Padre Nuestro)

(Rezar un Ave María)


II. Ofrecimiento: Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, los sufrimientos de la Virgen santísima y de San José en aquel largo y penoso viaje de Nazaret a Belén, y las angustias de su corazón por no encontrar lugar donde ponerse a cubierto cuando estaba para nacer el Salvador del mundo.


(Rezar un Gloria)

(Rezar un Padre Nuestro)

(Rezar un Ave María)


III. Ofrecimiento: Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, el pesebre donde nació Jesús, el duro heno que le sirvió de cama, el frío que sufrió, los pañales en que fue envuelto, las lágrimas que derramó y sus tiernos gemidos.


(Rezar un Gloria)

(Rezar un Padre Nuestro)

(Rezar un Ave María)


IV. Ofrecimiento: Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, el dolor que sufrió el divino niño Jesús en su tierno cuerpecito, cuando se sujetó a la cruel circuncisión; os ofrezco aquella preciosísima sangre, que entonces derramó por primera vez para la salvación de todo el género humano.


(Rezar un Gloria)

(Rezar un Padre Nuestro)

(Rezar un Ave María)


V. Ofrecimiento: Oh Padre eterno, os ofrezco a mayor honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, la humildad, la mortificación, la paciencia la caridad, y todas las virtudes del niño Jesús, y os doy gracias, os amo y os bendigo infinitamente por este inefable misterio de la Encarnación del Verbo Divino.


(Rezar un Gloria)

(Rezar un Padre Nuestro)

(Rezar un Ave María)


Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra al hombre paz, Así los Angeles cantan, de Belén en el portal.


A Belén venid, Pastores, Que ha nacido vuestro Rey, Envuelto en pobres pañales, Sobre paja le veréis.


Temblando de frío llora, En el pesebre mi Dios, Porque el mundo está muy frío, Que él viene a darle calor.


Del portal por las grietas, Ve a lo lejos una cruz, Por eso temblando llora, El pobre Niño Jesús.


La Virgen le tiene en brazos, y a ratitos San José, De ellos quiero ser esclavo, Y ayudárselo a tener.


Se trata de una novena breve para recordar con devoción la natividad de Jesús y que se puede rezar en cualquier mes del año empezando el día 16 y terminando el día 25. Especialmente indicada para el mes de Diciembre.

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