Bosque de las Hojas Rojas
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Personal
Herendil
Leoven Sandoval
No podía distinguir la muerte de la agonía, desperté y las costras de sangre salían por mi nariz y mi lengua lastimaba mi boca, abrí los ojos para intentar encontrar una luz, pero solo sentí escurrir por mi frente una gota de muerte, la pestilencia me carcome, no sé donde estoy, intento recordar, intento no estar, los minutos pasan como vidas enteras, y el silencio me tortura, tengo miedo de vivir, la agonía me perturba, intento caminar pero mis piernas son pesados bultos de carne muerta, no puedo hacer más que clavar mis uñas en la tierra lodosa y nauseabunda y arrastrarme sin esperanza de encontrar algo, es difícil lidiar con todo este dolor, mis uñas ennegrecidas guardan restos de gusanos y pequeñas espinas que penetran mi piel, no sé donde estoy, mi memoria es una interminable duda, intento estirar mis brazos lo mas que puedo y siento encima de mi cuerpo que la tierra me cubre, estoy atrapado quiero gritar pero no recuerdo cómo hacerlo mi voz no es más que un recuerdo demasiado lejano y mis pensamientos ya no tienen sentido, ya no soy, mi cuerpo ahora es el que lucha por sobrevivir o terminar pronto con la incertidumbre, no puedo dejar de respirar tan agitadamente mis pulmones se llenan de polvo y mis dedos sangran por el inútil esfuerzo, después de un someter mis manos a tales torturas logro salir de este túnel para sentir un aire susurrante, frió y estéril que se cuela por la ropa o los restos de ella tocando cada rincón de mi cuerpo invadiéndome de terror, después de pasar las horas o esta agonizante eternidad puedo levantarme y de pronto me veo rodeado de lúgubres arboles tan repugnantes como un animal podrido y jadeante con hojas que sangran y se retuercen en una interminable masacre, tan altos que unen el cielo gris y maligno con el infierno, con raíces que se alimentan de odio y maldiciones ancestrales, una espesa niebla gobierna el entorno corrupto este lugar tan negro que ya es parte de mi alma, todavía inhalo vida y exhalo muerte en una maldita existencia ya no se hacia dónde mirar por que ni en mis adentros dejan de clavarse estas miradas que no han dejado de seguirme ya no quiero no puedo estas voces me descarnan siento un chillido tan asqueroso que me hace caer...
